La
experimentación en pacientes sobre los efectos de la posición de
Trendelenburg sobre la hemodinámica humana se remontan hasta hace cuatro
décadas. Posteriormente, varios ensayos controlados orientados en la
misma línea concluyen en que la elevación de las piernas puede
incrementar la precarga ventricular pero no provoca modificaciones
significativas del rendimiento cardiaco. E incluso se constataron
efectos secundarios perniciosos, como el agravamiento de las patologías
pulmonares (especialmente en pacientes obesos, por presiones del paquete
intestinal sobre el diafragma) y aumentos de las presiones
intracraneales y oculares.
En contra de las conclusiones sostenidas por más de una decena de experimentos, gran parte de los actuales manuales y guías que se publican a nivel internacional sobre práctica clínica en urgencias y emergencias continúan recomendando empíricamente esta práctica.
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